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guía fácil para ordenar contenido

(con entrega a domicilio)

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Por Javier Carlo

Foto de: Alberto Uc.

 

Fecha de publicación: 6 de noviembre de 2012

La era digital ha provocado grandes transformaciones en el ámbito de los medios de comunicación; sin duda, una de las más sorprendentes es la proliferación de nuevos canales y medios, y el alcance que estos han tenido en el lapso de apenas un par de años, tal es el caso de las redes sociales y los sistemas de televisión on demand y on streaming. Pero los cambios también se han dejado sentir de manera importante en la dinámica de las empresas informativas, de las audiencias, de los contenidos y los lenguajes, aunque no todo mundo lo note o acepte de manera contundente.

Esta era digital incluso, ha permitido revalorar la dinámica y las funciones que actualmente realiza un comunicador, pues así como ya no todo es televisión, tampoco todo es Internet, en tanto que el profesional de la comunicación es –en teoría– un estratega, no un técnico; un estratega que habría de darle voz a todo tipo de medio, es decir, trabajar el contenido por encima de la operación del mismo canal, independientemente del cual se trate.

La notoriedad del canal y de sus características ha sido hasta ahora el eje preponderante bajo el cual se ha manejado los nuevos medios y se ha formado a muchos comunicadores, sin prever que en poco tiempo tendremos una sobre explosión de canales y de técnicos operándolos, más no así un perfil de comunicadores que los nutran de contenidos y diseñen estrategias que logren establecer empatía con las audiencias y les generen valor, y por ende generen valor para el mercado.

Hoy por hoy, gran cantidad de contenidos se repite una y otra y otra vez en esta multiplicidad de canales, cuya originalidad se basa –de nueva cuenta– en su funcionalidad, no en la producción de contenido. ¿Pero cuánto tiempo podremos soportar este tipo de repetición informativa?

Una de las grandes deficiencias que venimos arrastrando, sobre todo los comunicadores, tiene que ver con la definición de contenido, al tomarla estrictamente como sinónimo de texto, lo cual no es correcto. El contenido es la sustancia informativa que nos permite expresar un mensaje y provocar una reacción, dado que favorece –en una u otra medida– una relación interactiva, ágil, incluso asíncrona, útil para los involucrados. En este sentido, debemos comprender 2 cosas: que el contenido no sólo es texto, sino que el texto es una de sus variantes (eso sí, quizá la más conocida); y que el contenido siempre tiene un propósito comunicativo, nunca está por estar y ya.

Con frecuencia, pensar en la elaboración de contenidos hace pensar erróneamente en el hecho de llenar un espacio con un montón de palabras, en algo que es aburrido, que nadie quiere hacer y peor aún, que no siempre se sabe hacer, y por ende, tampoco se sabe cómo encargarlo, cómo evaluarlo o si es que alguien, algún tipo de profesional, puede apoyarnos con su elaboración.

Así, el contenido adopta distintas variantes: presenciales, textuales, gráficas, audiovisuales y digitales, por agruparlas en categorías; y muchas veces aquello que pensamos que no es contenido, en verdad lo es y tiene un trasfondo comunicativo. En efecto lo es un texto, pero también lo es la preparación de un discurso, de un informe; la realización de una fotografía, de un diseño, de una infografía; la producción de material audiovisual, digital, en podcast o streaming; todo eso y más es contenido.

Existen profesionales de la comunicación y despachos que nos dedicamos justo a eso, a la producción de contenidos, desde la evaluación de proyectos, el diseño de estrategias, la definición de ejes editoriales y la realización del material, hasta la curación de contenidos ya existentes (ahora tan en boga); sin embargo, esta dispersión en cuanto a qué es contenido y qué no, su importancia y cómo ordenarlo, es lo que hace que la gente se siga embrollando con sus deficiencias informativas y la falta de efectividad en sus proyectos.

Por ello mismo, les comparto esta guía acerca de lo que se debe tomar en cuenta a la hora de ordenar contenido y por qué no, quedar satisfecho con el resultado.

1. Reconocer que no se es experto en contenido, darle su importancia y acudir con un especialista. Tal como ocurre cuando alguien quiere saber acerca de vinos o de cocina, es necesario dejarse orientar, así mismo, confiar en la experiencia del guía. Poco a poco usted aprenderá. Actualmente no existen títulos en contenido, pero sí profesionales cuya trayectoria es vasta y refinada en este aspecto.

2. Definir la naturaleza del proyecto. Esto es, tener bien claro cuál es la necesidad comunicativa que habría de resolver el proyecto, así como sus objetivos y su estructura general; si se trata por ejemplo, de un comunicado, de una publicación o de una campaña, y cuáles son sus peculiaridades.

3. Saber las características del público al cual se dirige. Uno, así se trate de una persona, de una empresa o de una institución, no emprende un proyecto para uno mismo, sino para sus interlocutores; por ello es importante conocer las particularidades de la audiencia, para entablar una relación efectiva, generar empatía y provocar las respuestas deseadas.

4. Establecer los criterios editoriales bajo los que se debe elaborar el contenido. Por una parte, definir la plataforma para la cual se produce, si se trata de algo presencial, textual, gráfico, audiovisual o digital, y las especificaciones a considerar. Por otra, muy importante, fijar una línea editorial, esto es, circunscribir temas, alcances, restricciones, entre otros aspectos; así como un enfoque temático y el nivel de calidad esperado. Cuestiones además de género (periodístico), manejo de fuentes, extensión, formato y todas aquellas que enriquezcan el carácter de la información.

5. Integrar un pool de colaboradores ad hoc a la gama de contenidos que se produce. Uno de los errores más graves y frecuentes que suele ocurrir, es que una sola persona escriba, ilustre, fotografíe o produzca todos los contenidos, situación que merma la calidad, el estilo y no digamos el sabor de los materiales. Sin duda alguna, la intervención de distintos especialistas le dará mejor salida al proyecto y lo catapultará más allá de los objetivos establecidos.

6. Hacer una planeación adecuada de los tiempos de producción y los recursos. Se sugiere alinear el proceso de producción a un cronograma o escaleta donde las áreas involucradas –por lo general contenidos, diseño y programación–, visualicen sus tiempos y los administren con eficiencia, pues estas corren con cierto paralelismo. También, desahogar los recursos necesarios y como regla general, nunca emprender un proyecto sin un presupuesto básico.

7. Reconocer el valor de los colaboradores, así como de los contenidos que generan. Desarrollar contenidos es una labor compleja que implica tiempo, esfuerzo y sobre todo, verter parte del know how y la personalidad de uno –y si no pregúntenle a un editor–, por lo que habría de reconocerse en términos del mérito y también económicos. Si usted requiere por ejemplo, alguien que escriba de equidad, hombre y con conocimiento de las leyes mexicanas, habrá de pagar por su perfil, de lo contrario, lo barato y lo improvisado siempre será contraproducente.

Teniendo estos puntos en cuenta, ahora sí, no dude en reconocer que el contenido es la clave de la verdadera transformación mediática y de la siguiente revolución comunicativa, por lo que bien vale la pena invertir en él. Y por si fuera poco, el desarrollo de contenidos suele acoplarse a una dinámica asíncrona, telemática y con entrega a domicilio. ¿Qué más?

__________________

JAVIER CARLO. Maestro en Administración de Tecnologías de Información por parte del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), México, y Maestro en Comunicación por parte de la Universidad Internacional de Andalucía (UIA), España. Licenciado en Ciencias de la Comunicación egresado del ITESM; cuenta con estudios sobre publicidad, desarrollo de proyectos, psicología social y antropología de las organizaciones.

Estratega en comunicación y catedrático. Su experiencia profesional abarca el marketing para medios y el desarrollo de proyectos audiovisuales; así como el diseño de programas educativos a nivel superior y la docencia.

Actualmente es colaborador del Tecnológico de Monterrey, coordinador editorial del boletín 'Perspectiva de Género en el Turismo', de la Secretaría de Turismo (México), y gestor de proyectos de comunicación.

Contacto:
http://cafeycatedra.blogspot.mx/
jcarlomena@gmail.com
facebook: Javier Carlo
twitter: @javocarlo

 

 

 


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